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Unos cardan la lana...

28 de Abril de 2019

La industria del cine, como resultado de una combinación de intereses, ha generado una grandísima oferta de productos relacionados con los animales y la naturaleza. En todos ellos ha dado mensajes que, si bien pudieran nacer de la mejor de las intenciones, no siempre han sido interpretados adecuadamente por el público. Otras veces simplemente, fruto de la necesidad de guionizar una historia y a consecuencia de una falta de información, el mensaje ha sido negativo.

 

Es cierto eso de que toda publicidad es buena y que, indudablemente, muchos hemos crecido con esas películas y en muchos ello ha contribuido a que desarrollásemos la pasión que más tarde convertiríamos en una forma de vida. No obstante, en otros casos esta difusión ha sido perjudicial.

 

Es el ejemplo de las hienas. Dibujadas como seres enclenques, serviles y débiles, han sido el “anti-héroe” perfecto en muchas producciones audiovisuales. Una imagen de animales estética y funcionalmente poco atractivos ha hecho que uno de los grupos zoológicos con mayor valor ecológico en la sabana africana sea concebido como un mero carroñero oportunista, que se aprovecha del éxito de otros y que se sirve de la traición y juego sucio para sobrevivir. Nada más lejos de la realidad.

 

Las hienas son en realidad el depredador más eficaz de entre todos los mamíferos de África, superando amplísimamente en efectividad a otros que han tenido mejor fama como leones, guepardos, leopardos o licaones.

 

Actualmente existen cuatro especies de hienas y, algo que mucha gente desconoce, es que no son cánidos, ni están emparentados cercanamente con ellos. Constituyen su propia Familia (Hyenidae – Hiénidos) que, de hecho, se encuentra inscrita en el Orden Feliformia, al que pertenece la Familia Felidae (Félidos), los conocidísimos felinos. Son sus hábitos los que llevan a confundirlos con otros depredadores como los lobos aunque realmente estén más emparentados con los leones o leopardos.

 

La mayor y más poderosa de estas especies es la hiena manchada (Crocuta crocuta), la que más veces ha sido representada en cine y literatura. Formando grandes grupos matriarcales, puebla gran parte del continente africano y es un habitante que se avista con frecuencia en los grandes Parques Nacionales.

 

Un dato muy comentado es que las hembras poseen un clítoris de enorme tamaño, similar al pene de los machos. De hecho, esto es resultado de una mutación que quedó fijada a lo largo de su desarrollo evolutivo por lo que, literalmente, tienen un “falso pene”, algo que se conoce como seudohermafroditismo femenino. La cópula y el parto se ven tremendamente dificultados, siendo frecuente la muerte de un gran porcentaje de las crías y muchos problemas de desgarros. No obstante, parece ser que esta característica tiene un componente sexual de dominancia muy importante que ha hecho que prime por encima de las dificultades. Así, las hembras dominantes (matriarcas) se imponen a otras hembras y a los machos para establecerse en el poder del grupo.

 

Sobre la afirmación que he hecho anteriormente y que quizá te haya hecho torcer el gesto, reitero que las hienas son, muy posiblemente, el depredador más eficaz de toda la sabana africana (al menos entre los mamíferos). Pese a que poseen una de las mordeduras más potentes del Reino Animal, que pueden alcanzar los setenta kilos de peso y que viven formando grandes grupos, han optado por una estrategia muy particular.

 

De hábitos fundamentalmente nocturnos, acechan a las manadas de herbívoros de la sabana y localizan a aquellos individuos que presenten algún tipo de tara o defecto (de forma similar a lo que hacen los lobos). Una vez escogen la presa, comienzan un trote ligero que espanta a toda la manada causando una estampida generalizada. Impasibles, siguen trotando, acosando al individuo elegido en un proceso que puede llegar a durar horas e incluso días. Tomando turnos, se relevan en la cabecera del grupo para someter a la presa sin fatigarse hasta que ésta cae finalmente rendida por agotamiento, momento en el cual se abalanzan sobre ella.

 

Que son carroñeros también es una realidad, pero no lo son más que leones o leopardos. De hecho, los grandes felinos tienen un éxito en la caza que no supera el treinta por ciento, fallando dos de cada tres intentos. En el caso de las hienas la tasa de éxito roza el cien por cien. En otro giro más de guion, son los leones quienes más frecuentemente roban las presas que con tanto esfuerzo han conseguido abatir las hienas, y no al revés como se cree.

 

Además, en sus hábitos de carroñeo, no desprecian ninguna pieza (algo que sí hacen los leones), triturando huesos y cartílagos sin problema con sus poderosas mandíbulas, lo que fracciona aún más la presa y permite que otros animales de menor tamaño se alimenten de ella. Poseen uno de los tractos digestivos más potentes, siendo capaces de eliminar bacterias y toxinas que de otra forma se acumularían en el medio y serían potencialmente mortales para otros animales.

 

Por todo ello, tienen un doble interés biológico, por un lado realizan una criba en las poblaciones de herbívoros eliminando a aquellos que mermarían el potencial genético de sus especies y que, en muchas ocasiones, están condenados a agonizar durante largo tiempo. Por otro lado, desempeñan un papel fundamental en la limpieza del ecosistema, agilizando las cadenas tróficas y promoviendo los ciclos de nutrientes.

 

Y es que, pese a que sean una de mis especies favoritas de entre toda la fauna africana, mi reivindicación no tiene un carácter meramente emocional. Ya hemos comentado en anteriores ocasiones la importancia de la divulgación en la conservación: no podemos conservar lo que no conocemos. No obstante, en esa búsqueda de empatía de la sociedad por determinadas especies, se genera un rechazo injustificado hacia otras. Este es el caso.

 

En los safaris fotográficos, en los documentales o en los parques zoológicos el interés por este tipo de animales decrece, siendo vistos como los “malos de la película”. Esto tiene una repercusión directa que acaba llegando incluso a sus áreas de distribución natural, restándole interés por parte de la comunidad local que, viendo que generan rechazo, no se preocupa por su conservación ni invierte en medidas para ella, sino todo lo contrario.

 

Para dimensionar esto, no tenemos más que pensar en nosotros mismos y hacernos la siguiente pregunta: Si pudiera elegir ¿Preferiría que se extinguieran los leones o las hienas? Podría apostar por la respuesta de la mayoría, como también estoy seguro de que la misma nace de lo que se nos ha transmitido durante años, no de una justificación biológica real, ya que si me apuras, casi pondría a las hienas por delante de los leones en cuanto a valor ecológico.

 

Celebremos siempre que el cine o los medios se interesen por la naturaleza y quieran vender su imagen, pero intentemos ser conservadores a la hora de digerir los roles que se nos plantean. Leamos, informémonos y entendamos qué forma parte de una necesaria ficción y qué de la más pura realidad. Siempre es bueno que haya difusión pero, como en todo, los mensajes emitidos pueden tener un efecto tremendamente positivo, o todo lo contrario.

 

Espero que te haya resultado interesante este enfoque distinto sobre uno de los animales más maravillosos de África. Muchas gracias como siempre por tu tiempo y tu atención. ¡Nos leemos pronto!

 

Bichólogo

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